Una mañana llena de sol bajó de un árbol una estrella que durante la madrugada se canso de flotar y decidió descansar en las ramas de aquel árbol.
Traía en sus manos una caja de cartón marrón y encima de ésta una manzana que iba comiendo poco a poco.
Miró a su alrededor y solo pudo ver dos árboles. Uno era del que había bajado y el otro tenía un gran hoyo, así que se acercó a ver qué había en él. Se asomó y encontró una ardilla. La ardilla tenía las manos llenas de nueces pero cuando vio la caja que traía en manos la ardilla soltó todas las nueces y le dijo: “¿qué tienes en esa caja?”
Es solo una caja con dos brazos, dos ojos, dos orejas, una boca y un corazón –contestó la estrella
La ardilla se quedo pensando pero a los segundos le dijo: “y qué piensas hacer con ella”
Regalártela, si es que quieres- dijo la estrella
No, gracias-dijo la ardilla- de qué me sirve una caja sin piernas que no podrá trepar árboles para conseguir nueces.
Bueno, no importa. Estoy seguro de que encontraré alguien que necesite esta caja.
La estrella siguió caminando se alejó unos metros de los dos árboles y encontró un largo y viejo tronco en el suelo, se agachó y pudo ver a un conejo.
Hola, ¿te gustaría aceptar esta caja de cartón como un regalo? – preguntó la estrella.
Mmm…pero solo es una caja de cartón marrón con dos brazos, dos ojos, dos oídos y una boca – dijo el conejo.
¡No! También tiene un corazón- exclamó la estrella
Una caja de cartón marrón con un corazón, qué desperdicio –dijo el conejo
La estrella continuo su camino hasta que entre las plantas escucho el rugido de un animal, parecía uno grande así que se oculto detrás de un arbusto.
Era el rugido de un gran león. La estrella usó como escudo la caja de cartón y le suplicó al león que no le haga daño.
No te preocupes, hoy he almorzado: puedes salir de ahí –dijo el león
Gracias. Nunca había tenido miedo, en el cielo no hay peligros. –dijo la estrella
Yo no soy un peligro – afirmó el león
Entonces, ya que no estoy en peligro te propongo algo. Tú te llevas esta caja marrón y yo desaparezco de tu camino para que puedas ir a tu casa a descansar. ¿Qué te parece?- preguntó la estrella
No, no tengo una casa en dónde guardarla. Además no puedes regalar cosas con fallas tan notorias como esta, tu caja no tiene piernas.
Pero tiene un corazón- dijo la estrella
¡Qué inocente eres! Si yo tuviera un corazón, moriría de hambre. Pero hay algo que me gustó de tu plan, sal de mi camino- exclamó el león.
Las fuerzas de la estrella se estaban agotando, así como también su paciencia así que decidió relajarse un poco bajo la sombra del árbol en el que pasó la noche.
A los cinco minutos, una manzana le cayó en la cabeza. Cuando miró hacia arriba vio una pequeña casita; trepó un poco y la pequeña casita era una enorme habitación llena de unicornios, pero a todos estos les faltaba algo: una boca, dos ojos, dos orejas o dos de las patas.
La estrella, muy asustada se acercó al unicornio que tenia la boca y le preguntó qué lugar era ese.
El unicornio solo le dijo: “tienes que ir al bosque, cerca del lago y dar tres vueltas con la caja marrón de cartón en las manos, luego mira hacia el norte”
La estrella, sorprendida, bajó rápidamente del árbol y corrió hasta el bosque, cerca del lago y dio las tres vueltas, luego miró hacia el norte.
Una niña de pelo rojizo apareció en medio de una luz ámbar violeta. Se acercó a la estrella, le dio una pequeña llave y susurrándole al oído le dijo: regresa al árbol de los unicornios, busca al único unicornio al que no le falta nada y junto con él abre esta caja marrón de cartón.
La estrella regreso corriendo, casi exánime por el día tan agotador. Subió y encontró la habitación de los unicornios, se acercó al que tenía la boca y le dijo que buscaba al unicornio que este completo, pero éste siguió su camino: no tenía oídos.
Le era imposible caminar rápido, pues muchos de los unicornios con dos patas estaban tirados en el suelo, casi dormidos u otros se chocaban con ella, pues no tenían ojos y no podían encontrar el camino adecuado.
Siguió caminando y la habitación cada vez se hacía más grande.
La estrella se detuvo y pensó: “no sé que tiene esta caja, solo aparecí un día lejos de casa con ella en mis manos, solo sé que es marrón, que esta hecha de cartón, que tiene dos ojos, dos brazos, dos oídos, una boca y un corazón.
Está mal hecha, como todos los de aquí a todos les falta algo y siempre parece ser lo más importante aunque no lo acepten. Cómo comen sin una boca, cómo ríen sin ella, cómo van a ver por dónde van sin ojos, cómo van a llorar por no poder hacerlo sin ellos, cómo van a escuchar sus pensamientos sin oídos. En el cielo todos tenían lo necesario para vivir felices: dos ojos, dos oídos, una boca, dos brazos y dos piernas”
Luego la imagen de la niña de pelo rojizo retornó a su cabeza y se dio cuenta de que los seres del cielo no tenían algo que la caja sí: el corazón.
Corrió y al final de la habitación encontró al unicornio que tenía cuatro patas, dos ojos, dos oídos, y una boca; juntos, como le ordenó la niña, abrieron la caja.
De pronto, la habitación desapareció y todos se encontraron en un bosque, era el mismo, pues tenía el árbol con el gran hoyo en donde estaba la ardilla solo que menos gorda y compartiendo nueces con más ardillitas. La dio unos pasos y se encontró con todos los unicornios pero esta vez a ninguno le faltaba alguna parte del cuerpo.
Buscó al unicornio con el que abrió la caja y le dijo que ahora entendía porque apareció con una caja marrón en sus manos justo el día que bajó a la tierra: solo necesitaban un corazón- exclamó la estrella.
No seas tonto, mira hacia allá – dijo, señalando al norte, el unicornio.
La estrella vio a el león, al conejo, a las ardillas y a los unicornios juntos y fabricando cientos de corazones y un poco más lejos a dos mariquitas cociendo unas alas.
¿Qué harán con tantos corazones?- preguntó la estrella
Dártelos y también las alas. Mañana por la mañana regresaras volando al cielo con un bolso lleno de corazones y los repartirás por todo el universo- dijo el unicornio.
¿Para qué?- cuestionó la estrella
Para que nunca se apaguen y nuestros ojos tengan algo que ver- le dijo el unicornio.
jueves, 2 de octubre de 2008
ni-ni-t.o
Publicado por kiara. C en 15:22
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