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lunes, 19 de julio de 2010

en micro por el Ejército

No te preocupes, hijito, te voy a ir a visitar. Los días que pueda voy a ir y te voy a dejar yogurt, el que te gusta.
* Pero Juan cómo va a hacer?
El va a venir a verte. Llámalo si quieres y dile que estoy yendo a dejarte
Vas a estar bien, papito, serán unas semanas hasta que estes bien y vas a tener que tomar las pastillas para no tener más problemas con los demás. Eres un chico bueno, tranquilito ahí las señoritas te quieren bastante. En la casa va a estar todo igual y te vamos a esperar, pero es mejor que te quedes acá para que te acompañen y te cuiden.
* Sí. Allá me quieren y me hacen cantar en las tardes, pero hay otros que no cantan nunca.
Así es, pues, no a todos les gusta cantar, otros juegan, dibujan. Te voy a dejar una Biblia para que tengas qué leer. Te voy a dejar varias, para que se las des a tus amigos...ahí tienes tus amiguitos...voy a decir que les den tiempo para leerla antes de dormir. Cómo a las siete se duermen, no?
*Hay unos que no duermen nunca y se quedan parados por ahí pero les apagan la luz y hablan, hablan hasta tarde y de ahí no los escucho.
Yo te voy a visitar, voy a venir con Juan cuando no tenga que trabajar a dejarte tu yogurt, pero tienes que portarte bien para que puedas regresar. Yo voy a cuidar a tu hermano y con él voy a venir, ya? Párate, párate que ya bajamos ya.
...Hospital baja

jueves, 1 de abril de 2010

No puedo terminar

Despertar. El ruido del despertador me asusta, por eso siempre mi reloj biológico impide que me sorprenda y acabo con mis sueños. Es increíble que yo decida hacerlo y, en realidad, lo haga.

Luego, bajo a la cocina por unas galletas, subo y vuelvo a la cama para seguir mirando el techo como ahora. Qué curioso, no está tan mal. Mirar el techo mientras espero el primer día de clases de la última mitad de mi secundaria, el primer día de la vida compleja con tanta química y geopolítica. ¡Ah! No puedo olvidarlo. Desde hoy, solo tengo que contar dos bimestres hasta que el pequeño niño que crece dentro de mí me dé a cambio de mi caliente y cómodo, además de hospitalario, vientre unas merecidas vacaciones.

¡Qué increíble! Pensar en vacaciones el primer día de clases de tercero de secundaria parece ser de lo más alentador. El sarcasmo me atrasa. Debo pararme, bañarme, ponerme ropa que camufle mi pequeña panza y luego esperar que Diego, el vecino, salga de su casa para ir con sus papás al colegio.

Es invierno y todo se ve gris, además de poco feliz. ¡Uy! ¡rima! Debería dejar el colegio y dedicarme al arte, a la poesía. Me despertaría todos los días a cuidar al pequeño ser que mi cuerpo dejará en el mundo y luego mientras juega en el jardín de la casa...supongo que de mis papás...podría escribir unos cuantos versos que la gente compraría en baratas ediciones expuestas en Wong y Metro al lado de la explosiva combinación de caramelos masticables de menta y Coca Cola. Puede que funcione. Debería comer muchos de esos caramelos y tomar mucho de esa Coca Cola para no tener que esperar 9 meses y el pequeño ser tendría una experiencia alucinante mientras es expulsado velozmente de mí y luego cae cual acróbata en una piscina temperada.

Diego está abriendo la puerta del garage: es hora de irme. Cogeré antes una gran chompa marrón, la chalina celeste y me pondré un gorrito, el verde. Prefiero que parezca que tengo frio y no que somos dos personas aquí. Bueno, Diego espera.

Diego tiene 17 años y está en tercero de secundaria. No vale la pena decirlo, pero repitió kinder porque tuvo ataques de ausencia causados por las convulsiones post obsesión Mario Bross.

Tiene el pelo lindo. Con las ondas necesarias para tener vida sin ser víctima de la humedad. Vive con sus papás y Bruno, el perro que dejó su hermano al irse a vivir con su nueva esposa.

Los papás de Diego son bastante comprensivos, pero por causas generacionales prefieren dedicarle la vida entera al "funcionamiento" de su, realmente, aburrido y caótico matrimonio. La mamá de Diego no trabaja; según ella, sí lo hace. En su casa, lavando ropa, cocinando, cumpliendo pedidos, mirando la vida real desde la ventana del jardín, pero trabaja. No puedo culparla, es un trabajo complicado el de las casas, pero supongo que nunca tan absorvente como para no tener contacto con el mundo real. Su papá tiene hábitos bastante extraños como el de sentarse a leer debajo de los arboles en las tardes de otoño. No lo entiendo, siempre parece ser que cada una de las hojas que caen acabase con toda su concentración, pero me quedo tranquila con la felicidad que irradia con cada movvimiento de sus manos entre las hojas.

Por otro lado, el papá de Diego lee el periódico en las mañanas en su jardín mientras Bruno lo mira.

A veces, cuando voy a la casa de Diego, su papá está sentado entre el televisor y la radio leyendo más y más libros. Supongo que algo tendrá que ver con su trabajo. La verdad es que cuando le he preguntado en qué lugar trabaja y si leer tiene algo que ver con su trabajo solo me contesta que cuando sea necesario trabajar escribirá un libro. Creo que mi libro de poemas se vería bien al lado de las historias del papá de Diego en los estantes de Wong.

martes, 12 de enero de 2010

न्यू मून... न्यू इयर

*Yo no sabía que vendrías y sin embargo has hecho de este año nuevo el mejor de todos. No pensé que iba a conocerte, pero puedo jugar que será lo mejor de mi noche. Y… volviendo al tema de creerme o no… ¿cuál es tu nombre?

jueves, 28 de mayo de 2009

. . .

1. Rio largo
2. Musica picotea
3. Ácido tumulto interno
4. Alma
5. Baño público
6. Desierto
7. No vida
8. Ojos de silencio
9. Mirada
10. Soledad que se despierta


Un ácido tumulto interno lo condujo entre vómitos, calles y recuerdos. No podía escapar de la mirada silenciosa de su conciencia con tantos muros chocando con sus rodillas, muslos o brazos; no podía escapar de esa mirada con tanta culpa golpeando su cabeza, boca y corazón.
La música. ¡Maldita música sin vida!
Las desérticas calles resaltaron el brillo de una gran avenida; pocos autos la atravesaban a esa hora, como suele pasar en los barrios tranquilos. Un semáforo atrajo su atención durante varios minutos. Las luces. ¡Fantásticas luces!
Siguió caminando, arrastrando sus rodillas, sus muslos y brazos sangrantes. Intentó alejar esa música, la estridente, jalándose los pocos pelos que le quedaban cerca de las orejas. Pero la música; sí, la estridente, ya había picoteado su cabeza, atravesado los pocos pelos que le quedaban y calado en sus recuerdos.
Un poco de su conciencia social afloró e impidió que sus necesidades fisiológicas deterioren más la ciudad mientras caminaba en busca de algún mundo. Entró a un baño, a uno público. Trató, con todas las fuerzas que le quedaban, que su mirada vacía no se pierda en algún punto o en alguien que busque acabar su noche con un puré de pupilas cansadas. Sin embargo, sus ojos se posaron en una hermosa mujer llena de sangre y restos dignos de una noche desenfrenada y, obviamente, triste. La música volvió hasta ensordecer el abrupto paisaje y los vómitos decoraron, una vez más, a sus heridas y a la mujer.
Sin las fantásticas luces los golpes ya no eran producidos por muros, sino por manos, pies y gritos que se llevaron consigo a la mujer, a la hermosa mujer llena de vómito y sangre, a la mujer que dejó ir su alegría con los límites de una noche.
No podía distraerse más, pues tenía un solo objetivo: dejar ir la culpa, toda la maldita culpa, la música, los recuerdos, los golpes, la sangre y el corazón. Tenía que abandonarlos en un rio largo de mierda y soledad que tuviera pedazos de alma como tronquitos intentando flotar y vivir; debía postergar este ahogo, convertir la mierda en oxigeno. Los golpes aparecieron de nuevo, iluminados por el sol de la mañana, cansados por el tiempo, hartos de la música, de las luces, obnubilados por la belleza de la mujer, la pureza de las pupilas y la soledad de las calles. Felizmente, nada malo puede suceder, nada puede entorpecer el curso del rio, nada puede hundir el alma en forma de tronquitos, nada importa cuando se trata de un nuevo día y 5 policías, abrumados por la resaca, cubren tu cuerpo con el periódico del día.

lunes, 5 de enero de 2009

dulce condena

- Para siempre.
* ¿Cuánto dura el tiempo?
- No lo sé, para qué contarlo. Se acaba y nunca avisa.
* Y cómo puedes decir que esto será para siempre si no sabes cuánto es siempre.
- Porque lo siento
* ¿Cómo diferencias los sentimientos de los deseos sinceros?
- Porque estoy atento, los sentimientos no tienen ritmo; los deseos, sí. No es tan difícil seguir el ritmo del corazón.
* No entiendo, por qué los deseos si tienen un ritmo.
- Porque así parecen mucho más posibles; como si seguir el ritmo fuese igual a seguir la ruta para volverlos realidad.
* Y los sentimientos...
- No lo sé. No sé nada de ellos.
* Yo deseo que el tiempo pase y pase muy rápido, pero cuando se acabe ya no habrá durado para siempre y todo se volverá una mentira, de nuevo.
- ¿Por qué quieres que pase el tiempo?
* Quiero caminar, saltar, bailar, dormir y soñar contigo. Luego, no sé si todo seguirá igual. No sé si lo que sentimos durará para siempre.
- Deberías olvidarme, dejar de sentirme, así cuando pueda salir no habrás contado el tiempo y lo nuestro habrá durado para siempre. Sin finales; sin mentiras.
* ¿Dejarte aquí?
- El abogado viene cada dos días, no va a ser tan malo.
* ¿Cuánto tiempo?
- Por siempre.

lunes, 1 de diciembre de 2008

...-obviamente lo mio no son los títulos-

- ¿Aló?
* Necesito verte
- No, en verdad ya te dije que no quiero; no entiendo porqué me llamas.
* Ahora todo importa, verdad?
- Claro, todo. No puedes pensar que voy a correr hacia tu casa para escucharte. Por qué tendría alguien que escucharte. Ya no tienes nada que decir.
* Pero sí algo que pedir.
- A alguien que te quiera, por supuesto.
* Déjame en paz, yo ya estuve un montón de tiempo sin pensar en tu vida como para dejar que una llamada haga girar mi mundo como un trompo loco... No quiero.
- ¿Puedes olvidarte de ti por un rato? Si pudieras olvidar tu mente frente a mí sé que tu corazón diría que sí, ¿te acuerdas?
* Un día, escuchando música en tu cuarto. Yo comía chocolates.
- Ven.
* No, deja de pedirmelo y por favor cuelga el teléfono.
- Y yo solo te miraba.
* ¿Mientras comía chocolates?
- Y cantabas, muy feliz.
* No tenía nada como para estar triste.
- Yo tampoco.
* ¿Ya puedes colgar? No es que no me importes, pero alguien tendrá más ganas de escucharte y hacerte sentir mejor.
- No, nadie.
* Supongo que lo buscaste; sería mucho mejor decir que lo dejaste de buscar y bueno todo despareció.
- Tú no.
* Jajajaja yo nunca estuve, te pareció.
- ¿Tanto te jodió?
* Nunca tanto. No eres mi problema y nunca lo fuiste.
- Y todo lo que me enseñaste fue mentira...
* No, nunca enseñaría cosas por las puras. Pero mi cerebro busco transmitir todo lo que tenía; eso nunca pasó con mi corazón.
- Ah, ¿no?
* Ya no quiero hablar contigo.
- Fui a la casa, la verde.
* Sí sé de qué casa hablas.
- ¿Sigues imaginando a tus hijos pintando en ese jardín?
* Mi hijo ahora solo pinta en las clases de arte del nido de la esquina en pequeñas cartulinas recicladas que mi mamá trae de su oficina.
- Un hijo...
* Y una vida de oficina.
- No debe ser tan malo.
* ¿No tienes nada que hacer? Ir a escuchar música, escribir o leer un libro, no sé.
- ...La casa sigue en el mismo lugar, probablemente también tus planes.
* Sueños.
- Ilusiones.
* Cojudeces. Ya, fue suficiente por hoy y por los siguientes 6 años ¿no crees?
- No.

domingo, 30 de noviembre de 2008

cólicos

- ¿Por qué mi papá no está aquí?
* ¿Siempre te hace falta?
- No mucho, tú haces casi todo bien. No entiendo por qué no está.
* No sé si puedas entender lo que pasó, pero igual tengo que intentar.
- Supongo que 13 años puede ser poco tiempo para poder entender por qué alguien se perdería en el mundo.
* 39 son pocos tambíen.
- Ya, pero cuéntame.
* Vamos a comer y te cuento.
- Es pizza de nuevo ¿no?
* Sí, de nuevo.
- ¿Cómo se conocieron?
* Me fracturé una pierna. Me caí de las escaleras en una fiesta, fui a la clínica y ahi estaba, esperando que le den unos resultados... su mamá tenía cáncer.
- Y cuáles fueron los resultados.
* 1 año más de vida como máximo.
- ¿Tenía hermanos?
* No.
- ¿Y cómo hiciste para hablarle?
* Le pedí que firmara mi yeso.
- Qué te puso.
* Que ojalá nunca pueda aprender a querer.
- ¿Quieres más coca cola?
* Sí, por favor.
- ¿Cuántos años tenías?
* 21.
- ¿Por qué no quería que aprendas a querer?
* Supongo que lo dijo porque no queria que muchos años después tenga que explicarle estas cosas a mi hijo.
- Cómo volviste a verlo.
* Dos meses después, lo encontré en la casa de un amigo que teníamos en común.
- ¿Qué te dijo cuando te vio?
* Que su mamá se habia muerto.
- ¿No le dijiste nada?
* No, creo que en el fondo no quería aprender a querer en verdad. Luego, antes de irme me dio una carta en la que había escrito las cosas buenas y malas que trae el querer en verdad a alguien.
- Y deciste aprender a querer o te dio miedo?
* Me casé con él.
- Y ¿Todo fue bonito?
* Sí, precioso.
- Y él aprendió a quererte..
* No, no lo hizo. Él no aprendió a vivir realmente feliz.
- ¿Y por qué eso no era quererte?
* Porque yo necesitaba verlo feliz.
- ¿No le gustó vivir contigo?
* No le gustó descubrir que querer no era tan malo.
- Pero si algo es bonito y te das cuenta por qué luego dejarlo.
* Hay gente que no puede soportar que le cambien totalmente el esquema de vida que tienen.
- ¿El suyo era estar triste?
* No feliz que "no es igual a estar triste"
- Y no le importé. ¿No se puso feliz porque yo iba a nacer?
* Hay una parte en la historia que aún no podrás entender. Él, en un momento comenzó a matar su corazón y yo no pude hacer nada. Decidió irse, para dejarme una lección y no verme mientras sufría por su culpa. Cuando leí la carta en la que escribió eso tuve muchas nauseas que duraron como dos semanas,; luego, fui al doctor y te vi por primera vez.
- ¿Lo buscaste?
* Lo encontré, pero me pidio que nunca deje que lo veas.
- ¿Por qué?
* Porque quería que nunca te olvides de tu corazón y verlo podría malograr un poco tus ideas de amor, felicidad, etc.
- ¿Estaba mal?
* Solo. Le dije que podía ir a conversar conmigo cuando quiera, pero se fue corriendo y no pude encontrarlo más.
- ¿Lo puedo buscar?
* Creo que aún puedes esperar un poco, hasta que te cuente esa parte que falta. Te lo juro, todavía no podrás entenderla. ¿Me perdonas?
- ¿Por qué?
* Por retrazar algo que puedes necesitar.
- Supongo que me da rabia, pero solo por la curiosidad. No creo que este molesto contigo.
* Ya es tarde, vamos a dormir.
- Ya.
* ¿Estás bien?
- Es un montón de información nueva, todavía no sé qué siento. Hasta mañana.
No te preocupes, ma. No estoy triste ni molesto, simplemente todo es nuevo.